lunes, 26 de marzo de 2012

"Brooklyn Follies" Paul Auster


Escritor estadounidense, Paul Auster está considerado como uno de los más grandes autores norteamericanos contemporáneos, destacando por obras tan conocidas como La trilogía de Nueva York.

Auster estudió en Columbia y tras licenciarse en literatura se instaló en París, donde trabajó como traductor hasta su vuelta a Estados Unidos en 1974. Establecido en Brooklyn desde entonces, Auster se dedicó a la literatura tras el éxito conseguido por sus novelas Ciudad de cristal, Fantasmas y La habitación cerrada.

Auster combina temas cercanos a la filosofía y al existencialismo con tramas en ocasiones cercanas al realismo mágico con resultados que le han llevado a conseguir numerosos éxitos, como El país de las últimas cosas, El palacio de la luna o Leviatán, entre otros.

Además, Auster siempre ha sentido una especial predilección por el mundo del cine, siendo el autor de guiones como La música del azar, Smoke, Blue in the Face, Lulu en el puente o La vida interior de Martin Frost, entre otros, algunos de los cuales ha llegado a dirigir.

A lo largo de su carrera literaria, Paul Auster ha recibido numerosos galardones, entre los que habría que destacar el Premio Médicis, la Orden de las Artes y las Letras de Francia o el Príncipe de Asturias de las Letras.

Brooklyn Follies es una novela del año 2005 escrita por Paul Auster.

Trama

Nathan Glass, de 60 años, vuelve a Brooklyn después de que su esposa lo haya abandonado. Se ha recuperado de un cáncer de pulmón y está buscando un lugar tranquilo para morir. En Brooklyn encuentra a su sobrino Tom, al que no ha visto en muchos años. Tom se ha dado por vencido en la vida y se ha resignado a encadenar trabajos sin sentido mientras espera que su vida cambie. Ambos desarrollan una estrecha amistad, ayudándose y entreteniéndose el uno al otro en sus desgracias y miserias, mientras tratan de dejar la vida de lado. También está Harry, un homosexual al que le gusta hacer algunas cosas contra corriente. Aun así se irá formando un vínculo muy especial entre ellos.
Cuando Lucy, una niña pequeña que se niega a hablar, aparece en sus vidas, de repente se tiende un puente entre su pasado y su futuro que ofrece a Tom y a Nathan una posibilidad de redención.
Brooklyn Follies contiene todos los elementos clásicos de la novela de Paul Auster. El protagonista es un hombre solitario que ha sufrido un cambio total desafortunado. El relato está basado en situaciones inesperadas y en coincidencias

"Puente de Brooklyn"
Donde se divisa (MANHATTAN)


(BROOKLYN)
DONDE SE DESARROLLA LA HISTORIA


jueves, 15 de marzo de 2012

"El edificio Yacobián" de : Alaa al Aswany.....

Escritor egipcio nacido en 1957. Es miembro fundador del movimiento político Kefaya. Cursó estudios de Odontología en Egipto y en Chica, EE. UU. Ha publicado numerosos artículos en diarios egipcios hablando sobre literatura, política y problemas sociales. Su segunda novela, The Yacoubian Building (Imarat Ya‘qubian, traducido en España como El edificio Yacobián (2003), es una descripción irónica de la moderna sociedad egipcia que ha tenido mucho éxito tanto en Egipto como en otros países de Oriente Próximo. Ha sido traducido al inglés, francés, noruego y español, entre otros idiomas, y adaptado a una película (en 2006) y a una serie de televisión (en 2007) del mismo nombre. Otra de sus novelas, Chicago (2007) está ambientada en la ciudad en la que el autor cursó parte de sus estudios.


Este hombre corpulento pero de maneras suaves y carácter extraordinariamente amistoso, que no encuentra la manera de hacer una pausa en la conversación para salir a fumarse el tan deseado cigarrillo, ha provocado un terremoto literario y social en su país. Alaa al Aswany (El Cairo, 1957) es el autor de El edificio Yacobián (editado en castellano por Maeva y en catalán por Edicions de 1984), una contundente novela (y un exitazo editorial) que ha sacudido la sociedad egipcia por su sincero retrato, en el que se rompen tabúes y se detalla sin tapujos la corrupción, el sexo, la represión policial, la miseria, el fanatismo y la hipocresía moral y religiosa. A través de las vidas de una serie de personajes que residen en un inmueble cairota -el edificio del título-, unos en cómodos apartamentos burgueses y otros en viviendas lumpen en el tejado, Al Aswany disecciona el Egipto moderno y pone en evidencia sus males endémicos. Su dibujo de El Cairo es sensacional y todo amante de la ciudad disfrutará con su impagable descripción. "El Cairo es una ciudad muy literaria", dice el escritor. "Además, cuando una sociedad tiene problemas reales y graves y se halla en un momento delicado y convulso, usualmente es un muy buen marco narrativo. Rusia produjo algunas de sus más grandes novelas en el periodo prerrevolucionario. El Cairo actual es tan buen escenario literario como aquél".
"Me gusta la imagen de que el novelista es como el titiritero de un guiñol; ha de permanecer siempre oculto, y si lo ves, se destruye el espectáculo"
"La falta de democracia en Egipto es la enfermedad; corrupción, pobreza y fanatismo son las complicaciones de esa enfermedad"
La novela de Al Aswany, con más de cien mil ejemplares vendidos y traducida a 19 idiomas, ha llegado al cine -en una costosa producción, para los egipcios, de tres millones de dólares- y el año pasado se estrenó en Egipto. "Marco distancias con la película, que es buena y leal a la novela aunque con cierto aspecto de soap opera. Ha tenido gran éxito y también ha provocado controversia, por parte del Gobierno, como siempre. Ha sido censurada en varios países árabes, entre ellos Túnez". Entre los personajes del edificio figuran Zaki Bey, un hedonista alcohólico, cosmopolita y mujeriego que echa pestes de Nasser y la revolución del 52 y suspira por los viejos tiempos del Club Gezira; Busayna Sayed, una joven dependienta desilusionada que se deja manosear por su jefe a cambio de unos billetes; el culto y homosexual Hatem Rachid, periodista que se dedica a depredar en los bares de alterne gay; Hagg Ezzam, corrupto empresario miembro del Parlamento por el partido en el poder involucrado en el tráfico de drogas, y Taha Shazli, el hijo del portero, que tras ver rechazado su ingreso en la policía se hace militante islámico radical, es detenido, torturado y violado y acaba de terrorista.
La mirada de Al Aswany, admirador de Gabriel García Márquez y del Cuarteto de Alejandría, es a la vez implacable y tierna. Esa mirada, y la deslumbrante facilidad, digna de Taha Hussein, que tiene para describir a gente tan variopinta no son ajenos a la profesión de Al Aswany: dentista. "Es cierto", ríe, "ayuda mucho a conocer a las personas, y además me permite ser independiente económicamente, algo vital para un escritor en Egipto; nunca he cobrado del Gobierno".
La visión que ofrece El edificio Yacobián es dura y hasta sórdida. "Así es, pero muy a menudo en mi país la realidad no es agradable". Sorprende la agitada vida sexual de los personajes. "No sólo en Egipto", ríe el novelista, "la gente es así en todas partes, el sexo se usa para muchas cosas aparte del placer, es esencial para la gente y por tanto lo es también para el novelista". Hombre, para serle sincero, creíamos que eran más mojigatos: la religiosidad, el obligado decoro de las mujeres. "Eso es culpa de la mirada turística. Siempre hay una diferencia entre la imagen y la realidad en una dictadura. En una dictadura siempre se ofrece una imagen gris e hipócrita. Sólo en democracia puede mostrar la gente su imagen real. No es un problema del carácter egipcio, sino de las sociedades árabes bajo dictaduras". Al Aswany utiliza con soltura la palabra dictadura. "¿Le sorprende? Democracia no es un adjetivo como belleza para una mujer. La hay o no la hay. Existe un criterio muy determinado para decir si un régimen es democrático o no. Si hay elecciones libres, respeto a los derechos humanos, si no hay detenidos sin juicio... Aplique estas condiciones a Egipto y saque consecuencias". El autor admite que esa sorprendente franqueza le ha causado problemas en su país, "aunque mínimos, nada comparado con los de la gente que han sido detenidos y torturados".
Al Aswany considera que los males de Egipto son consecuencia de la falta de democracia. "Tengo una mirada médica sobre eso: la falta de democracia es la enfermedad y lo otro, la corrupción, la pobreza, el fanatismo, son las complicaciones de esa enfermedad, resultado de decisiones equivocadas en el tratamiento. En mi novela, el personaje de Taha muestra cómo alguien llega a terrorista: no nace sino que se crea a base de injusticias y humillaciones". La cruda forma en que describe las torturas y vejaciones del joven en comisaría -sodomizado diez veces- hace raro que las autoridades dejen tranquilo a Al Aswany. Por otro lado, a los fundamentalistas no les debe hacer gracia su mirada escéptica de la población egipcia (por no hablar del corrupto sheikh que trata de justificar un aborto con argumentos religiosos). "Creo que el problema me vendrá al final del Gobierno, no del fanatismo religioso, aunque mi última novela, Chicago, aparecida en Egipto en enero, me ha deparado insultos desde ese sector".
Sea como fuere, el novelista, que dice que no está preocupado por su seguridad cuando se le recuerda el acuchillamiento de su admirado Naguib Mahfuz, subraya que el pueblo egipcio es más tolerante de lo que parece. "Hemos convivido con todo tipo de gente y la historia nos ha hecho muy flexibles". El edificio Yacobián, esa mezcla de 13 Rue del Percebe y Arriba y abajo en versión literaria y cairota, parece una metáfora de la sociedad egipcia. "Puede verse así, pero no lo escribí pensando en ello. Cuando escribo novelas tengo claro que es eso lo que hago y cuando quiero hablar de política escribo artículos. Mi motivación era diferente en El edificio Yacobián, dar vida a unos personajes y seguirles. Eso, claro, lleva a presentar defectos de la sociedad y la política, pero no es el objetivo". Pese a que algún personaje, especialmente Zaki, expresa ideas muy parecidas a las suyas, Al Aswany subraya que no describe su opinión en la novela. "Me gusta la imagen de que el novelista es como el titiritero de un guiñol, ha de permanecer siempre oculto del público y si lo ves se destruye el espectáculo